Como Saúl no ve nada, la bruja le cuenta que Samuel
viene de mal humor, que lo han fastidiado(18)
haciéndolo subir desde tan abajo. Saúl le dice que está
en un gran aprieto. Los filisteos lo atacan, Dios se ha apartado de él
y no le contesta, le fallan los inspirados y los mediums.
Jesús viene otra vez a despertar a los discípulos,
que tienen el sueño más pesado que Samuel.
Saúl quiere que Samuel le solucione sus problemas.
Jesús está preocupado por sus discípulos. Aunque también
Él está en gran aprieto: "El espíritu está
presto, pero la carne es flaca".
Por eso se adelanta otra vez para rezar. Pero Él
sabe lo que tiene que hacer: pase lo que pase, aceptar la voluntad misteriosa
del Padre.
Y ahora, Saúl ha llamado a "Samuel", como parece
que Jesús llama a "Elías", para preguntar por qué
lo deja abandonado.
No es el mismo abandono.
A Saúl lo ha dejado Dios tranquilo, como él
quería estar: con sus cosas y sus problemas.
A Jesús Dios lo deja solo en medio del misterio,
sin nada que lo separe de Él. Como antes a Job, dejado en el ser,
despojado de todo, abandonado en manos del sufrimiento, del desprecio,
del absurdo, sin ni siquiera poder sentir un querer que sin embargo presiente:
Pero
yo sé que mi redentor vive, que al final me sacará del polvo
(Jb 19,25)Ö . Y como Job, no se suicida maldiciendo a Dios
(19)
.
La nigromante debía ser una excelente ventrílocua
y estar al corriente de la política del país. Y como Saúl
se las ha hecho pasar muy mal, es fácil deducir que ahora aprovecha
para vengarse. Así que "Samuel" le confirma a Saúl, cómo
no, lo que éste ya sabía: que el Señor se ha apartado
de él y está con David (el fundador de la dinastía
definitiva). La pobre se cree que eso lo está inventando ella. Como
Caifás, que inventó sin darse cuenta la infalibilidad pontificia;
como los soldados, que inventaron a Cristo Rey; como Pilatos, que inventó
al Hombre.
Jesús sabe que el Padre no se ha apartado de Él.
Cuando uno de los suyos ataca al enemigo, le dice que no necesita ayudas:
Él tiene poder para pedirle a su Padre que mande más de doce
legiones de ángeles.
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